El aroma de té negro y lavanda es una mezcla equilibrada de calidez y frescura, que invita a la relajación mientras mantiene una ligera energía. El té negro aporta una base profunda y terrosa, con notas robustas y ligeramente amargas que evocan la sensación de una infusión rica y reconfortante. Su aroma es ligeramente especiado, a veces con matices de malta y un toque astringente que despierta los sentidos.
La lavanda, por su parte, añade una fragancia floral suave y relajante, con una nota fresca y herbal que aporta un contraste sutil pero envolvente. Su suavidad floral calma la intensidad del té negro, creando un balance perfecto entre la frescura floral y la calidez de la bebida.
La combinación de estos dos aromas crea una fragancia que es reconfortante y relajante, pero al mismo tiempo estimulante. Es ideal para quienes buscan una experiencia olfativa tranquila y equilibrada, perfecta para momentos de reflexión o descanso.